domingo, 10 de febrero de 2013


¡Veo Veo! 
Le dijo la mano izquierda a la derecha. 
Dime que ves y lo escribiré, contestó ésta. 

Mentiras como sentencias verdaderas, 
voces afónicas, abalorios. 
Montones de arracimadas palabras 
aquejosas por un texto sin alma. 

¡Veo Veo! 
Dijo la mano izquierda a la derecha, 
dime que ves y lo anotaré,  contestó ésta. 

Laberintos de sentimientos expósitos  
en caminucos sin firme,  llenos de lodo. 
Gestos de amor aprendido, 
labios de ternura con bellos enredos. 

¡Veo Veo! 
Dijo la mano izquierda a la derecha, 
dime que ves y lo apuntaré,  contestó ésta. 

Tus ojos. 

Celosos de todo lo que no seas tú, 
ausentes de las pupilas  que anden cerca, 
impávidos de esas otras que se hallen lejos. 
Vendidos al deseo de gustarte 
y de concederte un nombre dadivoso 
en el forzoso y lamentable trámite 
de ignorar el corazón de los demás. 
¿y aún sigues hablando de amor y 
de ser su autor en el diccionario? 

Déjame al menos que sonría. 



Nená de la Torriente