sábado, 16 de febrero de 2013


Siento cómo los nudos 
de mi cuerpo se van deshaciendo 
cuando veo pasar rostros que sonríen. 
Noto cómo el temblor de mis manos 
por las ausencias se calma, 
cuando veo labios amarrados a otros labios. 
Sonrío cuando un rayo de sol revoltoso 
ciega mis ojos un segundo o me 
persigue por la acera, 
y cierro de golpe el libro de los mártires 
del llanto 
cuando en algún sitio, 
sea el que sea, 
advierto que algo bueno está naciendo. 



Nená de la Torriente