domingo, 24 de febrero de 2013




Hay mañanas de dulce de manzana. 
Mañanas que el sol parece más amigo, 
que el viento incomoda menos y 
hasta el pelo en los ojos,  que ayer 
llamabas ‘cabrónido’ del todo, 
hoy te hace sonreír. 
Las hay que aunque llueva 
parecen soleadas. 
Hay mañanas que la gravedad de vivir 
desaparece,  como lo hace la de ser, 
y eres siendo la levedad del que es 
un pedacito que aún no sabe quien es. 
Las cosas no son importantes, 
están a la derecha, a la izquierda 
o detrás, 
pero nunca delante como una puerta 
dándote en las narices. 
Hay mañanas que todo se dispone 
para que te parezca el día 
más maravilloso del mundo. 



Nená de la Torriente