Nadie
te pidió que me quisieras
pero
no me des un dedo
para
retirar los cuatro restantes.
Eso
no se hace,
no se hace.
Veo
zarpar las naves cada día,
cada noche,
con
la dicha de que alcanzarán
otras bahías,
y
puedo imaginar cofres llenos
y
hasta gozo con su rescate,
pero
nunca espero en el puerto,
nunca,
sólo
si me manda el estafetero.
Nadie
te pidió que me quisieras,
nadie.
Nená de la Torriente