Nada
duerme cuando tú estás dormido,
se
lo tengo prohibido,
se
lo tengo prohibido.
Atentas
las esquinas, solícitas las paredes
y
sus rugidos de lenguas,
presto
el aire de la calle y sus coimas, las
farolas.
Alerta
están todos los bares, los poemas
etílicos, los versos y sus maletas.
Los
hostales,
hasta
los neones que parpadean.
Todo
te aguarda celoso
a
que despiertes del sueño
para
contarte, para decirte,
que
nada se escape a tus oídos,
a
tu mente,
a
tus manos de artista.
Nená de la Torriente