Mañana
ya será pasado
en
este mes de febrero tan frío.
Ojala
sintiera rozar tus manos
en
mis paredes,
como
escuchar las risas de los niños
a
la vuelta del colegio.
Aquel
olor a bizcocho que consumía
el
aire con aroma de mantequilla,
el
olor de hierba y barro,
a
la puerta de la entrada.
No
me quedan ganas de averiguar
a
dónde se fueron los matices,
ahora
hay otros nuevos
invadiéndolo
todo,
aunque
tiendo a regresar a aquellos
porque
fue un tiempo de no pensar
en
tonalidades,
sino
de vivir.
Vivir
sin concebir
la
idea de estar viviendo.
Nená de la Torriente