Yo suelo confesar
en rollos
de papel
higiénico,
son largos y
muy agradecidos.
Son cómodos, colgados
con una cinta al cuello.
con una cinta al cuello.
No se puede volver
donde no te han
querido nunca,
por mucho que
sientas la libertad
en tus huellas,
y te aseguro que
me siento ligera
como un ‘abuelo’,
la semilla que
lanzas al aire
para pedir un
deseo.
No porque haya una
barrera
sino porque no
serías feliz,
y es tu primer
mandamiento:
Buscar sensaciones
buenas
y no enfrentarte
al mundo,
sino abrir tus
manos con lo mejor de ti.
A veces suenas
fea, pero es inevitable,
no puedes callar
los pensamientos
-errados o no-
ni decir lo que
quieren escuchar,
sería un
servilismo absurdo
y una falta de
respeto
hacia ti y hacia
el otro que no eres tú.
También puedes
callar,
pero yo no sé
hacerlo, lo prometo.
No soy un ser
perfecto,
soy tan defectuosa
que a menudo abrumo,
pero me consta que
es parte de mi belleza.
Nená de la Torriente