sábado, 9 de febrero de 2013


Despertar de las palabras 
y sentir la estocada en el pecho 
no es jugar a los dados 
como tú dices. 
Acepto que del lado que caigan 
dan una cara diferente. 
No es lo mismo un ‘¡tía!’ 
de barrio,  que un ‘¡tía!’ de alguien 
que te agrada mucho, 
ni un ‘compañero’ de alguien 
que milita en la izquierda, 
a un ‘compañero’ de alguien 
que se siente a tu lado. 
Pero yo no hablo de ese despertar. 
Tarde,  o más tarde,  despertamos 
de nuestras propias palabras, 
las que nos han dibujado 
a pesar de nosotros mismos, 
y nos duele ser tan previsibles 
pero tan inalcanzables, 
porque en el fondo es todo lo 
contrario de lo que hubiéramos querido. 



Nená de la Torriente