Despertar
de las palabras
y
sentir la estocada en el pecho
no
es jugar a los dados
como
tú dices.
Acepto
que del lado que caigan
dan
una cara diferente.
No
es lo mismo un ‘¡tía!’
de
barrio, que un ‘¡tía!’ de alguien
que
te agrada mucho,
ni
un ‘compañero’ de alguien
que
milita en la izquierda,
a
un ‘compañero’ de alguien
que
se siente a tu lado.
Pero
yo no hablo de ese despertar.
Tarde, o más tarde, despertamos
de
nuestras propias palabras,
las
que nos han dibujado
a
pesar de nosotros mismos,
y
nos duele ser tan previsibles
pero
tan inalcanzables,
porque
en el fondo es todo lo
contrario
de lo que hubiéramos querido.
Nená de la Torriente