De
estar estoy donde tú te desvistes
y
elijo la sábana que sostienes.
Soy
el otoño y el verano en calmado
reposo, yendo siempre a paso ligero.
Recorro
todos tus pasillos, uno a uno,
sin
permiso, consanguíneamente, como
tu
misma huella en el suelo.
Te
toco como te tocas, pero te miro desde
el
otro lado del espejo y te sonrío, y te beso
hasta
notar en ti un estremecimiento,
ese que no te explicas.
Voy
sorteando a la gente por donde tú vas
avanzando
en la acera y
no
pierdo detalle de todo lo que miras.
Me
cuelo en tu garganta hasta llegar a tu mente
y
formulo por ti las preguntas,
por
eso a veces te sientes confundido,
pero me retiro un poco para darte oxígeno
aunque
no me marche nunca.
Lo
siento amor,
eres
mi prisionero.
Nená de la Torriente