Existen
personas con una dulzura
extraordinaria,
tanta
que parecen criaturas
de
otro planeta.
Habla
su piel, hablan sus ojos,
habla
cada mínimo movimiento
que
hacen o deshacen
para
estar o dejar de estarse quietos.
Parecen
ángeles,
y
no sabes si los mereces, ni qué hacer
para
que se sientan afortunados
si
andan cerca de ti.
Cuando
se sienten alcanzados,
cuando
no saben
cómo
ayudar, se quedan quietos,
se
paralizan,
no
quieren herir o equivocarse
porque
son extremadamente delicados,
y
se les juzga de cobardes erróneamente.
Si
te encuentras una criatura así,
tierna, entregada y dulce no dudes
en agarrarle un pedacito de camisa
para
no perderle entre la multitud.
Nená de la Torriente