domingo, 17 de febrero de 2013


Existen personas con una dulzura 
extraordinaria, 
tanta que parecen criaturas 
de otro planeta. 
Habla su piel,  hablan sus ojos, 
habla cada mínimo movimiento 
que hacen o deshacen 
para estar o dejar de estarse quietos. 


Parecen ángeles, 
y no sabes si los mereces,  ni qué hacer 
para que se sientan afortunados 
si andan cerca de ti. 
Cuando se sienten alcanzados, 
cuando no saben 
cómo ayudar,  se quedan quietos, 
se paralizan, 
no quieren herir o equivocarse 
porque son extremadamente delicados, 
y se les juzga de cobardes erróneamente. 
Si te encuentras una criatura así, 
tierna,  entregada y dulce no dudes 
en agarrarle un pedacito de camisa 
para no perderle entre la multitud. 




Nená de la Torriente