sábado, 9 de febrero de 2013


No siempre es el mismo canto 
ni el mismo cuerpo 
aunque parezcan idénticos, 
ni siquiera el zapato encaja 
en el -ahora sí- mismo pie. 
Nos quedamos a dormir 
en diferentes estaciones y 
crecemos o menguamos 
hasta un palmo, 
porque ser feliz o no,  nos alimenta. 




Seguro que tú andarás pensando 
que la felicidad es una quimera, 
y yo,  que es una burda cordura 
para protegerse, 
o un torpe intento de ahorro 
en términos de bienestar. 
Pero más absurdo sería 
este trasiego de verbos, 
de incomprensibles dolores, 
de ahora me encuentro, 
estuve perdido, 
sin una palabra:  Feliz. 
Aunque sea medible,  exigua, 
razonable,  mudable,  caprichosa, 
o incluso como la luna 
juegue intermitentemente 
a desaparecer. 



Nená de la Torriente