lunes, 11 de febrero de 2013


Me preocupo cuando un amanecer 
me parece idéntico a otro, 
cuando se me olvidan vuestras caras, 
cuando se me escapan las lágrimas 
por emoción mohína o jocosa 
y puedo contenerlas. 
Me preocupo cuando me pido 
razones y no me exijo. 
Cuando no me importa un colín mirar 
de frente o más allá de la frente. 
Cuando viendo la desesperación 
en los hospitales no me permiten 
ceder órganos en vida, 
con mi absoluta convicción. 
Y cuando la gente frivoliza con el suicidio 
de las mujeres poetas y su porcentaje, 
porque en el fondo se siguen haciendo 
sumas escandalosas 
de eterno letargo y parálisis. 



Nená de la Torriente