Qué
poco queda en tu cesta
un
par de alubias, un trozo de
patata
seca, una mancha que
dejó
la lluvia
de
un tinto de invierno
al
calor de un tibio cuerpo,
¿te
das cuenta?
Eso
es todo,
y
te aferras al mimbre
como
lo único que eres,
y
no es verdad.
Tú
eres el que lleva la cesta,
tírala.
Te
contaré que cada mañana
el
sol sale y pronuncia tu nombre
aunque
no lo escuches,
y
en algún lugar,
alguien, que no conoces,
pensará
como tú piensas.
Y
te diré también que cada anochecer,
cuando
la nube baja
y
lleva tres colores de azules,
tu
alma burbujea como el cava,
pero
no te das ni cuenta,
porque
vivir no acumula cosas
en
una cesta,
sencillamente
sucede.
Nená de la Torriente