Como
una uña se curva,
así
el sol en el horizonte.
Juego
a imaginar que la tengo
en
el dedo y va rodando
hasta
la punta de la uña.
Como
tapo con el pulgar la
luna
y con el índice Venus,
y
una vez reconocida
la
cadencia de las olas,
puedo
llamarlas,
¡ven
ahora!
¡Ahora
tú!
Y
hasta ponerlas nombre.
Todo
lo que veo,
lo
que escucho en silencio
es
el mayor patio de juego
que
conozco.
Cuando
estás en la ciudad
ocurre
lo mismo,
sólo
tienes que adiestrar el oído
y
tener el ojo atento,
demasiada
cosas se repiten
y
se pronostican,
puedes ser su capitán.
-Aunque
seguro que dirás:
‘No,
para eso no tengo tiempo.’
¿Ves
qué previsible?-
Nená de la Torriente