lunes, 4 de febrero de 2013


Estas alas del cielo agitándose 
día y noche como anunciando un ocaso, 
un nacimiento, 
un ahora llega,  ahora ocurre, 
pasará. 
Este viento tan nervudo, al que 
puedes sentirle el cuerpo en este agitar de alas, 
azota con insistencia y empuja 
como si aún no hubieras percibido su mensaje. 

¡Vete Hermes de aire,  vete! 

Escucho golpes en la calle,  
carteles, ramas que gritan, 
ropas en los tendales que se dejan las señas 
por si no se vuelven a ver, 
rodadas de coches,  algún frenazo, 
un ladrido de un perro cada vez más lejano 
y el mar batiéndose desconocido. 

¡Vete Hermes frío,  Hermes duro,  vete! 

Recojo mis piernas debajo de la escalera 
tomo tarta con los dedos y tarareo: 
‘No te escucho,  no te veo, 
no me gusta que me hablen tan alto’. 

¡Vete Hermes alado,  vete lejos de este cielo! 




Nená de la Torriente