Qué
mala es la soberbia,
'el porque lo digo yo sí, yo,
y
no me discutas'.
Qué
aburrido es escuchar
al
que no cree estar en el tejado
sino
caliente, cómodo
en
su sala de estar,
pero
está a cinco grados en el tejado,
incómodo
y tiritando.
Qué
mala es la soberbia,
'he
dicho que no y no corrijo
aunque
pierda el tren de mi vida,
aunque
me arrollen 10 ganaderías,
con
su buen número de cabezas de ganado
una
detrás de otra,
he
dicho que no'.
Qué
mala es la soberbia,
cómo
te estanca, te invalida, te despoja
de
ocasiones mágicas,
te
impide crecer aún más deprisa.
Qué
mala, qué mala…
Y
nadie la castiga,
nadie la reprende.
nadie la reprende.
Nená de la Torriente