lunes, 11 de febrero de 2013


Somos cristales, curiosos cristales, 
los libros lo saben y nos tienen cautela. 
Podemos arder en cualquier momento y 
arrasar todo lo que esté a nuestro paso 
como un tornado caliente. 



Por eso nos contienen,  y nos guardan 
una sola parte,  no el alma entera, 
porque el secreto del cristal 
es muy aventurado y peligroso. 
No puedes poner una lupa sobre un papel 
un día soleado, 
del mismo modo ¿cómo verter fuego 
sobre cartones? 
Es difícil estar atrapado y no saber 
cuando saldrá la llamarada 
que lo incendiará todo. 
Ese arrebato,  delirio,  frenesí,  aversión 
apasionada,  la exaltación, 
llegar a ser como el magma en erupción 
entre setecientos y mil doscientos grados. 



Nená de la Torriente