Dicen ¡cómo llora el sauce!,
pero
nadie dice cómo llora el río.
Tanta
agua ignora la gota que
empeñada
se cuela entre tanta hermana.
Así
se queja entre el murmullo ruidoso,
la
pequeña catarata que le ofrece una roca
por donde pasa desapercibido su llanto,
y más que eso,
el
lamento intenso que nadie escucha.
Baja
al mar como una epístola borrosa
llena
de quejas, llena de cuitas,
y nunca nadie tuvo noticias,
no
hubo botella, ni palma abierta,
ni
voluntad.
Nená de la Torriente