Jaulas.
Toda
la vida en jaulas y
terminamos
sin dientes.
Nuestros
caninos desaparecen,
nos
volvemos dóciles,
aprendemos
catones sencillos,
esto
malo, esto bueno, y
dejamos
de creer.
Decimos
que tenemos ideas o
que
luchamos por un credo
pero
es un embuste farragoso,
porque
las que de verdad cuentan,
las
connaturales al ser humano,
las
despreciamos.
Nos
volvemos infelices dibujos
garabateados
en una tapia,
porque
todo es perentorio,
porque
nada permanece,
porque
todo se convierte en caminar
haciendo círculos,
en convertirse en reclutas.
No nos preparamos para el viaje más
solemne de nuestra vida,
descubrir
quién
de verdad
somos.
Nená
de la Torriente