lunes, 11 de febrero de 2013


Revívelo dentro de una copa, 
con la gravedad que en la boca 
se pronuncia. 
Dale en la lengua la palabra 
indeleble 
que sepa deslizarse sola, 
y anide dónde y cómo precise. 
Que no escancie más el bodeguero, 
que con un par de dedos ya hay maleta, 
y dime hasta dónde te ha llevado 
en tu recuerdo viajero. 



¿Hasta aquella noche hablando 
de los espíritus en Hoz de Anero, 
o a la madrugada que vimos llegar 
en el antiguo albañal de Madrid? 
Revívelo dentro de una copa 
despacio,  con la serena quietud 
del paso del tiempo, 
que puede llevarte a aquel campo 
de amapolas o al Pico Cabarga 
bajo aquella tormenta descomunal. 




Nená de la Torriente