Tengo
entre los dientes
una
palabra que juega.
La
lengua se aparta discreta
-no
conoce las reglas del juego-.
Yo
dejo en su patio el caos
y
que levante letras en la carrera
de
su propio desorden,
no
abro la boca,
me
divierte.
Si
Dadá estuviera me diría:
‘Escúpelas
todas,
saldrá
un poema perfecto
dentro
de su imperfecta armonía’,
-eso
imagina mi entretenida cabeza-
El
que no sabe jugar
¿qué
cosa hará en sus minutos escasos,
esos
abandonados de raíces cúbicas o
de temas
respetuosos?
¡Ay,
creo que me está dando la risa
y
no puedo hacerlo o abriré los labios!
Nená de la Torriente