Cualquiera
diría que somos iguales,
dos
ojos, dos brazos, dos piernas,
pero
no, somos distintos y mucho.
Algunos
de vosotros miráis al oeste
cuando
el sol se está poniendo
porque
es vuestra forma de mirar
el
futuro,
la
mía es mirar su nacimiento,
porque
es ahí donde se avista
el
porvenir.
Algunos
habláis de odio con la ligereza
del
que habla de sensaciones nuevas,
cuando
es una de las emociones que
ha
removido el mundo, cambiándole
el
rostro cientos de veces.
Otros
habláis de conveniencia sin haber vivido
y
para eso hay que tomar decisiones,
y
dolerse, tanto como sea preciso,
dar
pasos, uno detrás de otro sin MIEDO,
así
se hallan las recompensas.
De
otro modo no hay pérdidas
pero
tampoco hay grandes ni pequeños tesoros.
Todos
tenemos un sitio, una silla, una vasija
donde
serenarnos, y encontrarla a solas
garantiza
evitar los desencantos.
Después
sal si quieres a buscar tus sueños
pero
deja en ella el temor a equivocarte
o
llevarás la palabra tropiezo en la frente.
No, definitivamente no somos iguales,
aunque
nos parezcamos tanto.
Nená de la Torriente