Hablemos
de amor
por
si se contagia,
y
en bares y portales dejemos
cartas
manuscritas.
Volvamos
a la redondez
de
la margarita, y démosla vueltas
y
más vueltas hasta aturdirla.
Amor, amor y más amor con fe o
sin
ella.
Abrazo
y beso, achuchón,
caricia
y alegre música.
La
mano abierta para otra mano,
y
así a tantas
que
la cadena sea tan larga
que
se pierda en la lejanía.
Hablemos
de amor, amor,
con
la boca abierta, no como
quien
atraviesa un río y entre dientes
va
diciendo un te amo precipitado y
del todo improbable.
Nená de la Torriente