Invéntame
una casa de puerta abierta
y
sin cristal en la ventana.
Invéntame
un árbol que florezca
en
otoño,
y
llámalo primavera.
Invéntame
una luna que acune
a
un sol que nace
buscando
a su madre.
Invéntame
una vida que
sea
nuestra,
a
la que nominarla.
Yo
sacaré un papel de mi bolsillo
y
tú con un trozo de tea
de
la última hoguera,
irás
poniendo nombre
a
todas las cosas.
Nená de la Torriente