No
nos dejan parir milagros
porque
ellos no son quien los
engendrarían.
No
nos dejan mostrar el universo
tal
y como lo imaginamos
porque
descompensaría
la
naturaleza muerta de su
racionalismo.
No
nos dejan enseñar la intimidad
del
beso, porque su sencillez
robaría
la esencia de cualquier iglesia.
No
nos dejan desnudar el alma
porque
son incapaces de buscarle sentido.
No
nos dejan llorar sin motivo,
reír
sin fundamento,
cantar
sin pretexto,
bailar
sin fiesta,
porque
todo tiene que tener un precepto.
Nená de la Torriente