martes, 5 de marzo de 2013


Duerme la sorpresa 
sobre el  musgo ajena al caminante, 
perdió los oídos una tarde de otoño 
pero sabe que se acerca la primavera. 
Quiere entregarse al roce de una mano 
pero teme que le arranque de su hogar 
y recela. 
Nadie le ha enseñado a abandonarse,  y 
añora esa espera. 
Así que duerme la sorpresa 
sobre el musgo ajena a los pasos que 
no escucha pero que sí entiende,  e 
intuye que todo anda cerca, 
revoloteando. 



Nená de la torriente