Miro
por la ventana en domingo
y
la ausencia de pasos me desvanece.
La
mañana con sus perezosos,
las
tardes en los ‘tontódromos’,
paseos
largos y en círculos, con ropa bonita.
Los
helados sea cual sea la época del año.
Los
humanos con sus mascotas
-sólo en domingo-,
el
resto de la semana los animales
llevan
a sus amos atados a sus correas.
Ese
aire a melancolía de lo que fue,
de
lo que hubo,
como
ese olor de una posguerra muy liviana.
Nená de la Torriente