viernes, 29 de marzo de 2013



He soñado que un juez del Tribunal 
Constitucional era honrado,  y hacía una limpia 
con una plática tan elocuente,  que la 
decencia que quedaba en los otros les hacía 
lavarse las manos hasta debajo de las uñas; 
que anulaban las órdenes del ministro de justicia 
por cuestionables todas, 
y le subían al banquillo; 
que renovaban todas y cada una de las leyes 
que dejaban exentos a reyes,  políticos 
y demás personajes públicos. 
He soñado que ardía el Congreso, 
sin políticos dentro, 
lo justo para que en el interior no quedase 
ni un solo banco,  
que fuera calentado por una rabadilla. 
He soñado que el Papa decía: 
Hay que perdonar y ser bueno,
pero la mano siempre firme’.
Y hacía una búsqueda exhaustiva 
de sacerdotes y obispos con las manos sucias, 
y lejos de someterlos a sus tribunales, 
les entregaba a la policía. 
He soñado que la policía era justa, 
independiente, 
sin determinación política, 
como la propia judicatura. 




Nená de la Torriente