Podemos
engañar a una mentira
con
otra, y así un tapiz que recordemos,
de
puntada a puntada.
Volvernos
ciegos,
o
sordos
en
todo lo que nos inquieta.
Escondernos
en otros, en sus ojitos
de
duelo, en la gravedad de su peso
en
este mundo,
en
explicaciones rotundas,
en
juicios geométricos,
pero
siempre se queda un pico de pañuelo
mostrando su vértice,
porque
en el fondo queremos ser descubiertos.
¿O
acaso no queremos?
¿Queremos?
Nená de la Torriente