domingo, 3 de marzo de 2013




Podemos engañar a una mentira 
con otra,  y así un tapiz que recordemos, 
de puntada a puntada. 
Volvernos ciegos, 
o sordos 
en todo lo que nos inquieta. 
Escondernos en otros,  en sus ojitos 
de duelo,  en la gravedad de su peso 
en este mundo, 
en explicaciones rotundas, 
en juicios geométricos, 
pero siempre se queda un pico de pañuelo 
mostrando su vértice,
porque en el fondo queremos ser descubiertos. 
¿O acaso no queremos? 
¿Queremos? 



Nená de la Torriente