No
hace falta salir al mar
y
verse entre líneas horizontales.
Solum.
Como
un silbido en medio
de
un concierto, una rareza
condenada
a ser diferente,
a
estar aislada.
Expuesta, insegura, indecisa,
variable, tanto como el casco
oscilante,
apresado al oleaje.
No
hace falta verse entre
líneas
todas iguales, sin abrigo,
sin
cueva ni cálido fogón,
sin
otros brazos,
para
sabernos quebradizos y
desgraciadamente
frágiles,
pero
al tiempo inconscientes
e
impetuosos.
Nená de la Torriente