Tenemos
dos manos
poderosas,
alas
sin plumas,
garras
sin garfa
-como
la garra charrúa-,
azadas
sin filo,
brochas
sin pelo ni cerdas
creadoras
de universos
inimaginables.
Planeadoras,
habladoras
con signos,
juguetonas, sensuales,
artesanas
de la erótica.
Capaces
de rasgar lo más
fuerte
que existe,
de
cavar la tierra
y
de pintar el planeta con millones
de
maravillas.
Nená de la Torriente