jueves, 7 de marzo de 2013


La cebra le dice a la yegua que es vulgar. 
La vaca le dice a la cebra que nunca 
se cambia de vestido. 
El carnero le dice a la vaca 
que sus cuernos son ridículos. 
El caracol al carnero 
que los suyos no son flexibles. 
Todos creen tener algo mejor 
que el de al lado,  en su afán 
de negar la perfección que les distinguen. 
Pero para su necia insatisfacción 
no siempre se encuentran con qué 
parangonar 
ese rasgo de disimilitud. 
Siempre le he dicho a Leire que 
los círculos se rompen, 
pero ella insiste en que 
su construcción no tiene incisuras. 



Nená de la Torriente