Tengo
que decirte que mi arrendadero
forjado
con buen hierro
está
libre de ataduras,
y
los animales pastan libres en los prados,
y
así quiero que sigan.
No
soy un bufón
pero si tú me ves así ríete,
ríete
todo,
me
agrada que lo hagas.
A mí siempre me dieron miedo
los
payasos, y pena, y pesadilla,
detrás
de esa lágrima extraña.
Cada
pieza de tela es del tacto de los
dedos
que la rozan.
Tú sólo eres aire, aire ligero.
¡Muévete, muévete mucho,
y
hazte viento juguetón y armonioso!
No esperes a dejar de ser tras la lluvia.
Nená de la Torriente