Bajan
las salamandras
por
el tejido oscuro de los olivos,
cubren
las heridas de su corteza.
La
luna hoy no sale, ni se adivina
oculta
en la mañana perezosa,
y
este viento no deja de empujarme
el
pelo hacia el norte.
Dicen
que la primavera está dormida
en
cada canto de jardín bajo reja,
yo
oteo mi pecho que tirita y sé que la flor
que
me puse en el pelo huyó de él
al
alba, cuando salí a mirar a las olas huidizas.
Tengo
frío amor, frío en las manos,
en
los pies frío,
la
lengua fría de tanto hablarme
a
solas.
Y
esa primavera ¿no venía?
Este
viento frío,
tan
frío,
va
arrancarme lo poco que ya queda
de mí.
Nená de la Torriente