Los
ojos hablan mucho,
aunque
algunos azules son
más
callados.
Me
gustan los ojos,
hablan
bajito, incluso gritan,
tienen
preguntas que los labios
jamás
harían.
Te
están besando y tú lo sientes,
e
incluso te abofetean y te duele
la
mejilla.
Hay
ojos que te dan respuestas claras,
ojos
que te cuentan toda una vida,
vidas
que se ocultan detrás de unos ojos.
Ojos
de dolor tan profundo
que
hacen que muestres empatía,
y
ojos iracundos que te producen rechazo.
Los
marrones suelen ser muy lenguaraces,
como
los verdes oscuros,
aunque
no quieran te cuentan hasta
lo
que ocultan,
pero
los azules tienen demasiados cielos
cubriéndoles
con amaneceres claros,
me
asustan,
porque
nunca puedo leerles casi nada,
y
ese intercambio se mengua.
‘¡Entiende sólo lo que escuches!’,
-me decían siempre de niña-
pero
se me resiste ese aprendizaje.
Nená de la Torriente