Somos
lo que somos,
pequeñas
libretas retorcidas
abiertas
y cerradas por la misma esquina.
Previsibles
en el mismo orden de cosas,
sin
conocerlo,
o
negamos tanto ese conocimiento
que
es un no saberlo rotundo.
No
evitamos el dolor, sólo lo aplazamos,
un
poco más,
sólo
un poco más -nos decimos-
No
somos necios, sólo débiles,
mutilables, huimos del dolor.
Una
vez que has visto la foto fija y ninguna
oscilación
posible la lágrima se detiene:
Vale, ahí estás tú y no hay arco iris,
pero
tu corazón está vivo y se resiste
a
que lo pinten de gris.
No
me hables de la bondad humana,
me
suele entrar la risa.
Sorpréndeme, háblame de ti.
Nená de la Torriente