Cuando
miro sus ojos, sonrío.
Cuando
imagino que se acerca
despacio, el pecho se precipita
en
alegres saltos de agua cálida
buscando
su poza.
Si
me toma la mano, la suavidad
de
su tacto desviste la mía,
y
roza la recóndita palabra que
pronuncio
a solas.
Si
me besa me desgarra en miles
de
cuerpos, todos suyos,
que
dulcemente se comban
hacia
sus amantes brazos.
Cuando
miro sus ojos, los míos
toman
el color de los suyos
y
en él me convierto,
y
sonrío, sonrío, sonrío, sonrío, sonrío.
Nená de la Torriente