-Hipo del 16 de marzo-
Trascender
de un modo visible, palpable,
es
la ambición de muchos.
Algo
comprensible en la naturaleza
contingente
del ser humano.
Alguno
creerá que está creando un legado
con
misión cultural -casi divina-,
como
el editor que encierra tesoros.
Otros, en su humildad publicará dos o seis libros
que
podrán leer los nietos de sus nietos,
y
algunos se conformarán con ser leídos
alguna
una vez.
Más
de muchos, vomitarán ideas argumentando
que
la palabra es más hermosa que la voz
aguardentosa, porque no encuentran eso
que
llaman lo espirituoso de la clausura.
Creo
que todos son granos de una misma cosecha
de
humanidad a espuertas,
que
quieren dejar algo
aunque
sea por vanitate.
Cuando
la vida nos atraviesa, a unos
les
pasa de norte a sur sin darle voces,
pero
a otros,
les
deja flecos y descosidos
que
les obliga a zurcir con cierta
ceremonia, y casi sin darse cuenta
la
entrega va siendo cada día más intensa,
sólo
por ser depositarios de unas voces
que
no saben si los demás han escuchado.
Nená de la Torriente