Llegaron
a Portinatx
con
sus vaqueros rotos,
sus
chanclas de playa y
sus
tatuajes de henna.
Cuatro
nenas bellas
de 'yes very well
y nothing nothing'.
Chicle y un dulce
olor
a jabón casero.
Dos
minutos justos
y
los vaqueros ¿de viaje?
Cuatro
falditas cortas.
Las
chanclas ¿enterradas?
Zapatos
de tacón con tachuelas,
entre
siete y diez centímetros.
Ya
no eran nenas, eran nenonas
kilométricas,
que hacían sombra
a
las largas palmeras.
Los
tatuajes cubiertos por bellas toreras.
El
jabón voló por Amichi.
Lo
único que quedó fue
el
indesgastable
e
inalterable chicle
de
sabor
a
fresa.
Nená de la Torriente