sábado, 30 de marzo de 2013


Tenemos las letras torcidas 
de tanto encorvar el paso. 
Corva,  curvada la luna, 
el ojo curvo en su órbita circular. 
¿Y dónde están las alargadas líneas 
las distinguidas y fúnebres, 
las llamadas espiritosas antes 
de doblarse ante un buen jarro? 
Solas. 
Siempre solas 
por imposibilidad de ayuntamiento. 
¿Y acaso lloran? 
No,  en su elegante postura no necesitan 
ese manoseo 
de unas con otras y hasta les resulta
grotesco. 




Nená de la Torriente