jueves, 14 de marzo de 2013


Salgo y entro de este mundo 
a veces como una sombra, 
tan despistada, tan distraída. 




Otras empujo los muros de los 
antiguos sin ninguna reverencia, 
con mi cuerpo desnudo y dando voces, 
soy tan visible como lo único en color 
de un paisaje en blanco y negro. 
La mayoría del tiempo ando esquineando 
mi cuerpo,  no por ser lombriz, 
sino porque los tacones me torpedean el paso 
y miro demasiadas cosas, 
y así no hay quien mantenga una línea recta. 
Me gusta andar contigo del brazo, 
la forma cómo me sujetas, 
como quien agarra,  como quien sostiene 
lo que más ha querido nunca. 



Nená de la Torriente