Tan
complicado era
como
decir que quería
una escasez entre las palmas de tus manos.
El pequeño punto entre dos pliegues,
el mismo donde se aloja la gota cuando
recoges
el agua.
Nada
que te pinzara el alma,
ni
que te abriera el pecho de parte a parte
o
que te hiciera ni una ligera rozadura.
Tan
complejo como estar un rato
hombro
con hombro hablando del tiempo,
o
de las incómodas palomas.
¿Qué
era tan embarazoso, tan molesto?
¿Mi
presencia?
Mi
presencia es un pedazo de barro
entre
la arcilla, horneado por soles
de
muchos lugares.
No
iba a pedirte nada
ni
a llevarme nada de ti.
Nená de la Torriente