Temo
mucho que a esta entrada
flagrante
de bobainas sin boina
se
vayan sumando otros mequetrefes
de
las mismas costuras,
que
se ordenen al verso,
a
la pintura,
a
la escultura y
¡horror!
a la arquitectura,
donde
terminarán viviendo miles de seres
que
fenecerán entre sus losas.
Comenzarán
dando discursos,
les
escucharán otros de su misma materia,
se
multiplicarán en estructuras,
en
recursos,
en
mecanismos espontáneos,
y
terminemos en un país de mentecatos
comiendo
mantecados con chorizo,
y
bebiendo el zumo de la mora.
¿Sabe
usted cuántas moras hay que exprimir
para
rellenar con su zumo una copa?
Nená de la Torriente