sábado, 30 de marzo de 2013


De cuando en cuando 
abro la maleta de los duelos 
y derramo una copa de vino 
negro, 
de uva negra como la africana 
sombra,  y me acuesto con el hueso 
de la exactitud. 
Dejo que el dolor me extirpe 
la sonrisa y cosa mis labios 
con crisantemos, 
pero no me muestro, 
me escondo 
tras la ventana para que no me vean. 
De cuando en cuando 
tiro los trastos inútiles y me río 
de la risa, 
hago burla a la propia burla,  y 
guiño un ojo a los tarambanas. 
Busco la luz detrás de la luz y 
soplo a la levedad con algo parecido 
a un beso. 
De cuando en cuando 
me doy como una baraja a medias 
que se rompe para entremezclarse, 
y va de mí la negrura 
y el ingenuo destello de la carcajada, 
el hueso y el corazón. 




Nená de la Torriente