Véndeme
por un kilo de arroz 
si
es lo que necesitas, 
yo
no te dejaré de sonreír, mírame. 
Véndeme
por una garrafa de vino, 
que
sé que las penas se cubren con 
diamantes
rojos, 
te
abrazaré igual,  más nervuda. 
Véndeme
por vanidad, 
por
subir un escalón, 
si
tu hueso necesita más alzada.
Véndeme
por soledad, 
por ser parte 
de
una fracción que te suene delicada. 
Véndeme
si te hace bien 
que no voy a dejar de estar 
por
muchas particiones que hagas. 
Nená
de la Torriente
