Ligero.
El
filo del canto de una letra
mojado
en gota de lluvia.
Un
primer sonido del eco
sin
rematarse.
El
último aliento del que agoniza
justo
antes de fallecer.
Un
roce de sol tardío que cruza
los
ojos una micra de segundo.
Así
de ligero es el peso del mundo
cuando
estoy a solas,
cuando
los sonidos entran para
quedarse,
cuando
soy lo que son ellos,
cuando
nada me perturba.
Ligero,
ligera,
lo
mismo.
Nená de la Torriente