jueves, 24 de mayo de 2012


Así como trepa la hiedra 
culebreando, 
marcando caminos que nadie 
conoce, 
así mi corazón se mueve, 
con alabeos que nadie entiende, 
pero nunca,  nunca se detiene. 




Así como la mar parece 
que derrumba a la roca, 
con ademán impetuoso, 
así late siempre, 
pero va signando sus combas 
como él quiere. 
Y he de decirte,  que mi amor 
no lo tengo comprometido, 
porque un corazón con grilletes, 
amarrado,  preso o detenido, 
no sabría amar como yo percibo. 

Los surtidores se hicieron 
para otros pozos. 



Nená de la Torriente

2 comentarios:

  1. Estéticamente prefiero pensar en esos surtidores de manivela típicos de las películas del oeste. Los actuales de gasolina: brrrrr: hasta ahí nos han hecho llegar, a usarlos nosotros mismos.

    Respecto al alabeo, recuerdo a un carpintero que me vino a poner unas puertas pequeñas para unos armaritos. Allí, in situ, me explicó lo que era el alabeo de la madera.

    Tu tiene un grandísimo corazón, Není: no lo amarres en lo que te quede de vida.

    Besucos.

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  2. Gracias Tempero por tus palabras.
    Besucos,

    Není

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