sábado, 5 de mayo de 2012


Por cada carro segado, 
un reino. 
El poder de la tierra, 
el olor de la siega, 
el sabor del vino 
y la quesada. 

No hables mi niña con naide, 
y cuando llegue el sol a lo alto, 
quédate bajo el castaño,
que quema las pieles 
con pecas y de color blanco’. 

Se hace la tarde. 

Tiran los bueyes la hierba cortada, 
una vara de avellano 
silba entre las hierbas altas, 
y la canción de una joven 
baja colina abajo,  
entre sonidos guturales 
que sólo el ganado acata. 



Nená

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame