Agota
que a uno le estabulen
como
al ganado.
Todo
tiene su espacio, su momento,
el
hueco escaso, el instante,
no
por el hecho en sí,
porque
te lo repitan.
¿Quién
quiere escuchar que
a
las doce justo acaba su cumpleaños?
Nadie.
Siempre
habrá cautelosos para pulsar
el
botón de bajada,
antes
de que te des cuenta.
Eso
debió sentir Cenicienta
perdiendo
el zapato en lo alto
de
una larga escalera.
Si
ha de ser un instante que me dejen
vivirlo como quiera, sin un silbido;
y
si fuese para la eternidad
no quiero escuchar una sola palabra,
ni de la vida siquiera.
Nená de la Torriente
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