Se
me olvida
el
lunar de la luna
que
miraba de niña,
el
que ella
me
dio de madrugada.
Ese que un doctor
me robó de la cara.
Se
me olvida
que
las cosas que se dan
también
se quitan,
los
días soleados
por
días plomizos,
las
risas por afligidas lágrimas;
ver como vive un cariño
y
contemplarlo morir
sin
poder hacer nada.
Se
me olvida
que
lo que llega llegó
y
como llegó se marcha,
que
todo tiene su tiempo
y
su maravilla.
Un
abre los ojos,
ahora
los cierras,
y
luego los abres
y
no queda nada.
Se
me olvida
que
de hoy a mañana
hay
un infinito,
que
puede ser
o
no ser,
siendo
lo opuesto,
que
las cosas que sientas
dilas
ahora,
porque
quizá mañana
no puedas hacerlo.
Nená
de la Torriente
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